La palabra poética sirve para acercarse al abismo y al horror: Sandra LorenzanoMe interesa hacer algo por la promoción de la lectura, explica la narradora y ensayista
Ericka Montaño Garfias
Periódico La Jornada
Jueves 11 de noviembre de 2010, p. 8
Los escritores tienen una responsabilidad común: quitar el almidón que ellos mismos y los críticos literarios han colocado en los libros y así acercarlos a los lectores, en especial los volúmenes de poesía, subraya la ensayista y narradora Sandra Lorenzano.
En esta ocasión la charla es acerca de su oficio de poeta con motivo de su nuevo libro, Vestigios, que hoy se presenta en la librería Rosario Castellanos a las 19 horas.
Rodeada de libros, Lorenzano asevera: parte de nuestra responsabilidad como escritores, como poetas, es sacar los libros de ese lugar almidonado donde pareciera que están encerrados o fuera del alcance de los lectores. Y tenemos que hacerlo especialmente con los de poesía, que no interesan en el mercado o interesan muy poco. Hay editoriales sumamente valientes que se la juegan por la poesía, pero no tienen los recursos de los grandes sellos comerciales
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Tiempo atravesado por el dolor
Sandra Lorenzano, vicerrectora académica de la Universidad del Claustro de Sor Juana, asevera: Me interesa hacer algo por la promoción de la lectura, porque en estos momentos existen pocos espacios que puedan ayudarnos, como el de la literatura
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Y una parte del proyecto para promover ese hábito lo realiza en esa universidad, pero también en su programa de radio En busca del cuento perdido, o en la búsqueda de nuevas formas de acercar a los lectores a las letras, en especial a la poesía.
Una de esas formas es otro proyecto radiofónico en el que la palabra poética se combine con el radio-arte.
“Me gusta partir de la frase de Hölderlin, quien decía: ‘¿para qué poesía si estamos en tiempo de penurias?’ Atravesando el momento en el que estamos uno se pregunta todos los días: ‘¿de verdad sirve para algo esto que hacemos quienes nos dedicamos a la literatura?’, pero justamente reflexiono sobre la idea en este tiempo signado por el dolor, por la muerte, por una violencia que ya ni siquiera nos sorprende. Entonces, ¿qué es lo que pasa con la palabra poética, con la palabra literaria?”
La palabra poética, explica, es el espacio en el que el lenguaje se piensa a sí mismo, y al hacerlo llega un momento en que te acercas al abismo, al horror.A ese abismo que te habla finalmente de tu ser para la muerte, eso es lo que nos convierte en seres humanos, que te habla de ese horror pero al mismo tiempo, en el mismo instante, te conviertes en uno con el todo y es lo que finalmente te va a permitir volver a la realidad con un lenguaje que ya ha pasado por la experiencia del horror y se convierte en una especie de tabla de salvación
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Y así, como una tabla de salvación, nació Vestigios, que es la exploración de la huella que permanece. Es un poemario nacido del dolor, pero también de saberse acompañada, de amar a quien la ayuda a superar el tramo doloroso por la muerte de su madre, ocurrida poco antes de la publicación de su novela Saudades.
“Quería presumirle la novela ya terminada. Nunca se la pude dar y cuando se publicó Saudades me di cuenta de que había perdido la palabra y sólo pude recuperarla mediante el ejercicio de la poesía. Fueron meses de mucha soledad, primero porque estaba fuera de México, pero esa soledad fue productiva, porque uno tiene que llegar al fondo de las cosas y de sus propios sentimientos para salir.
La única forma de recuperar la palabra fue la poesía. No podía escribir otra cosa. Me sentaba cada mañana y lo único que surgían eran poemas.
No todo es pérdida
Sandra Lorenzano fue primero narradora y después, con el exilio y su llegada a México hace tres décadas, creció la poesía. “Nadie me había preguntado eso y yo no lo había pensado. Es como si esa gran ausencia que significó el exilio –y que no aparece para nada en Vestigios– me hubiera llevado a llenar un vacío. Un poco lo que me pasa siempre es que la palabra literaria ocupa los espacios que han ido quedando vacíos a lo largo de mi vida”.
En Vestigios, añade, no todo es pérdida; es amor y erotismo, hay un deseo de vivir, de disfrutar. Está el gozo de la literatura. Y sí, a los 16 años, recién llegada a México, compré un cuaderno en el súper que estaba enfrente de mi casa y empecé a escribir poesía. Después estuve en el taller del poeta guatemalteco Carlos Yllescas y en 1985 obtuve una beca del Instituto Nacional de Bellas Artes, donde el coordinador era David Huerta, y fue una experiencia maravillosa
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Vestigios tardó mucho tiempo en aparecer. Y la razón no es sencilla. En la poesía estás en carne viva. Eres más tú misma, es más tu intimidad que nunca. Por eso hay mucho pudor en dar a conocer textos poéticos, porque sabes que te estás desnudando frente a tus lectores
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Y ahora, esa desnudez plasmada en el poemario Vestigios se presenta este jueves a las 19 horas en la librería Rosario Castellanos (avenida Tamaulipas 202, esquina Benjamín Hill, colonia Condesa), con música compuesta ex profeso por la violonchelista Jimena Giménez Cacho, acompañada al piano por Greg Morton.
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